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... Compartir, relacionarme, expresarme, ser social, crear sociedad, vivir soledad, vivir conmigo misma, entregar atención y, todo lo que logro y hago, a veces sin darme cuenta de esa tacita de café que tengo en mis manos, que a veces dejo enfriar en la mesa al lado del computador como en este momento, de ese café con el que invito a un amigo, a un cliente, a un familiar a pasar un ratito, de ese café que me lleva y trae en mis emociones, en un velorio llorando a un amigo o a un familiar. Durante toda mi vida el café ha estado ahí, conmigo, acompañándome, siendo parte de mi vida, de mi herencia, vibrando a mi propio ritmo, soñando y creando junto a mí. ...
A ver si logro centrar ideas.
Momentito me preparo un cafecito, ¿qué tal si tú también lo haces?
Ahora sí, he estado leyendo sobre la historia del café a nivel mundial, las “leyendas” que se manejan de su origen, o más bien de su descubrimiento, que el pastor de cabras, que el monje, que los turcos; sobre su recorrido desde África hasta las Américas, por dónde llegó a Colombia; que quién inventó este método u otro, en dónde, en qué año…
Realizar esa trazabilidad puede resultar en diferentes versiones, unas más creíbles que otras, con más o menos evidencia real. Lo único que, si veo y puedo asegurar como cierto, es lo que experimento y observo por mí misma.
He llegado a algunas conclusiones, que la verdad no puedo asegurar que no evolucionen con el tiempo, y es lo que por experiencia propia he vivido en el tiempo que llevo conociendo y enamorándome del café.
He pensado mucho, en cómo comencé a meterme en este mundo mágico, ¿qué fue lo que me interesó y llamó mi atención? ¿Nacer, crecer, caminar, escuchar, hasta oler cafetales que me rodeaban por donde yo mirara? ¿percibir diariamente ese olor característico, cuando mi mamá (cafeinómana, si es que eso tiene un nombre) preparaba la olla del café, para comenzar un nuevo día? ¿ser medio consciente del momento en que aquí en Colombia se comienza a hablar de “café de origen” “café de Colombia” “¡llegó la roya!”? ¿haber estudiado en Bogotá, donde me llamaban “paisita” y yo refutaba diciendo: “¡cafeterita!” (confieso, sin conocimiento alguno sobre el café, aún)? ¿el deber de la responsabilidad para no quedar mal en un trabajo que lo demandaba en el momento? ¿el “destino” que me esperaba paciente?
Respuesta: ¡todas las anteriores y más!
Mis… muy propias condiciones de vida, me han traído hasta donde estoy en este momento. Con un poco más de conocimiento, y sin embargo sin idea aún de casi todo el mundo mágico del café, pero siempre ansiosa por conocer más.
Entonces, ¿cómo habrán llegado a ese punto clave en sus vidas, aquellas personas que decidieron probar poner ese grano al fuego?, ¿cómo serían las circunstancias muy suyas, de esos químicos de profesión, periodistas deportivos, amas de casa, que inventaron métodos y accesorios para filtrar el café? ¿qué valor tenía el café en sus vidas? ¿qué les hacía sentir, pensar, hablar, mientras degustaban una taza de café? ¿por qué una taza de café reúne a tantos a su alrededor?
¡Entonces… este si es un grano mágico! ¡es un ser que busca y desea y tiene metas (conquistar a la humanidad)! (bueno, tal vez si me emociono un poco al escribir y exagero las cosas😊)
Re enfocándome un poco, ¿qué tal la relación perfecta entre el ser humano y un grano de café?
La relación perfecta entre la curiosidad nata del ser humano, la necesidad de sobrevivir, una tendencia a experimentar sensaciones diferentes cada vez que se puede, el gusto por sobrepasar sus propios límites, los sentidos de la vista, el tacto, el olfato, el gusto, el oído… con el color, variable según el momento de madurez de un fruto, su tamaño, atractivo para ingerir, su sensación al tacto liso, fresco, la flor que lo acompaña, blanca, pura, delicada, su olor envolvente, el color brillante de sus hojas que protegen con su tamaño a ese fruto, la manera de crecer y desarrollarse de los frutos en una rama, como en cofradía y complicidad, un grupo tras de otro… Y es esa misma relación, esa misma experiencia al interactuar, la que aún hoy día se mantiene entre hombre y planta.
¿Circunstancias que envuelven el café? ¡todas! Históricas, Políticas, económicas, sociales, culturales, regionales. Características propias del granito mágico, concepto de familia, vida campesina, vida citadina. Adelantos científicos, técnicos. Todo influye en el hoy de cada uno de nosotros y en cómo le damos valor positivo o negativo a esa taza de café.
¿Con qué me quedo de toda esa historia que leí e investigué? Primero, que para disfrutar de una taza de café, se necesitan mínimo dos: ….Y… “¿qué tal si probamos hacer esto de esta manera?”..... y…. “¿qué dijo la mamá?” ….. y …. “¿cómo te parece que…” ….”imagínate qué….”….”No estoy de acuerdo…..” esa característica inherente al ser humano por compartir, por ser social….y segundo, contradictoriamente, y ya ustedes me dirán si, sí o no… nada más rico que tomarse un cafecito, una solita, leyendo un libro, o escuchando música…o pintando…. O escribiendo, así como en este momento, donde una actividad realizada, satisface esa necesidad de sentirse completo. ¿Si o no..?
y… tal vez es esto lo que me hizo virar hacia el mundo mágico del café. Compartir, relacionarme, expresarme, ser social, crear sociedad, vivir soledad, vivir conmigo misma, entregar atención y, todo lo que logro y hago, a veces sin darme cuenta de esa tacita de café que tengo en mis manos, que a veces dejo enfriar en la mesa al lado del computador como en este momento, de ese café con el que invito a un amigo, a un cliente, a un familiar a pasar un ratito, de ese café que me lleva y trae en mis emociones, en un velorio llorando a un amigo o a un familiar.
Durante toda mi vida el café ha estado ahí, conmigo, acompañándome, siendo parte de mi vida, de mi herencia, vibrando a mi propio ritmo, soñando y creando junto a mí. Por eso se me hace tan interesante conocer más de él, disfrutarlo de manera más consciente, y compartirlo en cada aspecto de mi vida. No me queda más que dar gracias por los momentos claves, las circunstancias y gustos de todos los que, durante el paso del tiempo, me han dejado este legado, esta tradición y esta pasión.
… y entonces…. ¿nos tomamos otro cafecito o qué? 😉